La protesta social y la resignificación de la representación política

2.05.19 | Opinión

Jorge Enrique Blanco García. Nabowa – Xarxa per la Pau

El modelo de gobernabilidad de Iván Duque plantea una contradicción evidente: El poder parlamentario que lo respalda esta diametralmente separado de la posibilidad de crear un consenso social. A pesar de su victoria electoral, sus prácticas de gobierno desconocen las necesidades de la mayoría de los colombianos. De ahí que la protesta social se convierta en la manera de resignificar y dignificar la representación política. De tal forma, lo que niega el gobierno y sus parlamentarios, se disputa y confronta en las calles.

En menos de un año de gobierno, se ha producido un ascenso de la protesta social en las calles del país. Entre octubre y diciembre del 2018 tuvo lugar el paro estudiantil con una duración de 66 días y luego el paro judicial, durante 50 días. A su vez, los maestros se han manifestado con dos paros de 24 horas y 48 horas. Ya en el 2019, la Minga indígena durante 25 días demostró una vez más, que el problema de la distribución de la tierra y la atención al mundo rural es la piedra angular del conflicto colombiano.

Ahora bien, cada una de estas experiencias de movilización social ocurrieron en medio de coyunturas específicas. El paro estudiantil coincidió con los primeros ajustes al Plan Nacional de Desarrollo, el paro judicial tuvo como marco la discusión de la reforma tributaria. Por lo tanto, no podría explicarse la protesta únicamente desde la óptica exigencias particulares de cada actor social, sino también, como un reclamo al gobierno, para exigir la gestión del disenso democrático de manera dialogante y responsable.

No obstante, el gobierno parece persistir con su aislamiento. El genocidio a los líderes y lideresas sociales a supera los 600, de los cuales 120, han ocurrido luego de la posesión de Iván Duque. Así mismo, van más de 130 excombatientes de las FARC asesinados, luego de la firma del Acuerdo de Paz.

En el reciente Paro Nacional del 25 de abril convocado por la Central Unitaria de Trabajadores CUT hubo movilizaciones en más de 25 ciudades capitales del país. La jornada de protesta tuvo como contexto el debate acerca de las objeciones de la JEP por parte del gobierno, dejando clara su resistencia y falta de voluntad para avanzar en la construcción de la Paz. La convocatoria se agrupaba bajo el “rechazo a las políticas contenidas en el plan nacional de desarrollo en materia laboral, pensional y social”, la defensa del Acuerdo de Paz y la denuncia de los asesinatos de líderes y lideresas sociales, ante la indolencia y silencio del gobierno colombiano.

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